


Uno de los motivos menos evidenciados del vigor de proyectos tales como el Atlas de Gerhard Richter, su predecesor el Mnemosyne Atlas de Warburg, las distintas enquiries de Sophie Calle y su cambiante disposición sintáctica, etc., por un lado, y el cúmulo de investigaciones indiciarias cuya gravitación escénica polivalente en las teorías de la cultura puede asumirse muy pronto relacionando dos series de hechos al parecer distintas e incomunicadas, como son la obra ensayística del alemán Diederich Diederichsen devenida cogollo central de la reciente producción teórica argentina y los trabajos historiográficos tan encomiables de J.E. Burucúa, o los proyectos de artistas locales vinculados con el archivo fotográfico, como Eduardo Molinari o más sutilmente Patricio Larrambebere, entre otros muchos y muy felices, para no mencionar a Ernst Gombrich y tantos eruditos austríacos y no austríacos más, uno de los motivos salientes y quizás el más explicativo de la grandeza interna de estas disímiles y a veces mutuamente indiferentes corrientes es, según estimo, lo que puede sintetizarse como su condición gráfica y noemática de posibilidad, a saber la panelística, ciencia aplicada a cuya consideración he de aplicarme en lo siguiente.