De lo justo (27 de febrero de 1957).
Cómo determinar, se preguntaba Mao,
en el cuadro de la vida política
del pueblo chino, si nuestras
palabras y nuestros actos
son justos, o si son erróneos.
Y decía que es justo lo que 1) contribuye
a la unidad de las variadas nacionalidades
que pueblan el territorio de China,
y que es erróneo lo que va a contramano
de este movimiento; y que es justo
2) lo que favorece la transformación
y la edificación socialistas, e injusto,
erróneo, temible lo que debilita
esta transformación y esta edificación
del socialismo en China; y 3)
que justo es lo que refuerza
la dictadura democrático-popular,
y desacertado, innoble,
injusto aquello que le quita
su fuerza y su peso; pues 4)
justo es lo que estimula
el centralismo democrático chino
y erróneo lo que lo desfavorece;
y 5) justo es lo que refuerza
el mando ejercido por el Partido
Comunista Chino, y no lo es,
aquello que en lugar de reforzarlo,
lo aminora, así como 6) lo que favorece
la solidaridad internacional socialista
y la solidaridad de todos los pueblos
pacíficos es justo, mientras no lo es,
lo que acarrea perjuicio a las dos formas
de solidaridad internacional mencionadas;
y de estos seis criterios, aclaró Mao,
los más importantes, es decir,
los más justos, son aquel referente
a la vía socialista y aquel otro tocante al rol
director del Partido. Pues "justo" es
palabra que para un buen comunista significa
aproximativamente lo mismo que "eficaz".
Y así Mao saldaba, con enorme clarividencia,
la cuestión tan mortificante
de cómo debemos entender y aplicar,
una vez apocados al movimiento revolucionario,
el concepto de justicia.